A veces escribo y no libros.
- NS Luna
- 4 dic 2020
- 3 Min. de lectura

Recluirse, aislarse, encerrarse y hacer nido por unos instantes para recargar las pilas siempre hace bien. Estar con nuestros propios pensamientos lejos del ruido y aprender a escucharnos, en una época en la que por donde veamos hay mensaje, exceso de comunicación y desesperación por aparentar una máscara en las redes sociales. Máscaras sociales que uno se pone y que a los demás les encanta ver.
Algunos encuentran inspiración, motivación, y hasta paz en las imágenes ideales que se publican. “Goals” dicen. Son todo a lo que uno debería aspirar, todo lo que está bien y en el fondo sabemos que también son realidades de cartón. Puras mentiras.
Ni todos somos tan felices, ni tenemos tanta energía, ni nuestra taza de café al lado de una chimenea es tan bonita. Retocamos los colores, retocamos los brillos, retocamos el discurso para que suene a que todo es lindo siempre, pero lo cierto es que si vemos bien, no podemos terminar de creerlo.
Yo me confieso culpable de tener más de un tablero en Pinterest donde este tipo de fotos me dan calidez y para qué mentir, una envidia terrible. Mientras miro a mi alrededor pilas de ropa para doblar, los útiles escolares de mi hija tirados por todas partes y esa grieta en la pintura de la pared que me da rabia; tengo que pensar que esa belleza que veo a través de la pantalla, existe. Tengo que convencerme para poder trasladarme aunque sea con la mente por un ratito a otro lugar que no sea este.
Y es que eso de aislarse es muy satisfactorio, siempre que sea uno el que lo elige.
Este año fue una pesadilla para muchos para mí particularmente, lo que más me cuesta es la falta de libertad. A una acuariana con luna en sagitario con la claustrofobia galopante que cargo, no se me puede decir que tengo que quedarme encerrada por tantos meses y que no termine por explotar de alguna manera. Mi salud mental me mira desde la esquina de mi habitación esperando a que acabe de ignorarla y por fin asuma que estoy bastante afectada y rota a estas alturas.
¿Cuándo vamos a poder llorar este 2020 como se debe? Me pregunta.
El mecanismo de defensa que elegí para sobrevivir, empieza a no ser suficiente y la ansiedad está ganando todos los días, hasta manifestándose con un síntoma físico diferente. Está todo en mi mente, me repito. Tengo que seguir, tengo que vivir un día a la vez, asumirlo con naturalidad y estoicismo, adaptarme y no pensar.
Pensar ahora es peligroso, ponerse nostálgico por ver una foto del año pasado duele peor que mis ataques de migraña.
No tengo que frenarme y darle lugar al sufrimiento, porque si lo hago, no sé sinceramente si pueda parar. El día que me caiga la ficha va a ser tan fuerte que me da hasta miedo imaginar qué voy a sentir y pobres de los que estén cerca, porque no va a ser bonito.
Se sigue.
Se sigue hasta que todo esto pase y ahí recién, tal vez, ser capaz de reflexionar por todo lo que tuvimos que pasar. Todo lo que perdimos, las experiencias, los sacrificios, el camino andado con tanta fortaleza. Ojalá llegue ese día pronto, eso sí.
Mis expectativas para el año que viene están muy bajas, pero por favor que sea mejor.
Trasladarse con la mente no está mal, creo que en estas épocas es hasta necesario. Por eso es que escribo, por eso es que leo, por eso es que tengo suscripción a todas las plataformas de streaming que existen, por eso es que tengo Pinterest entre mis aplicaciones de la pantalla de inicio…
Y es por eso que seguimos consumiendo Instagram y vlogmass en YouTube. Nos merecemos ese escape.
Nos lo merecemos y por un rato es sano. Sobre todo cuando asumimos que es eso, un escape. Y eso, solo es por un rato, que si no la desilusión es enorme.
Por eso es que les regalo mis imágenes favoritas en este post. Las encuentran al final si soportan seguir leyéndome. (Gracias, por cierto)
A la mierda con el 2020 y nos metamos un ratito en ese mundo de fantasía para poder respirar y que cuando sea momento de hacer balance y asomar de nuevo la cabeza, no acabe con nosotros.
Algo bueno hay que sacar, no es todo tan oscuro...
Así como la vara para el 2021 está baja, también lo está la de la felicidad.
Algo rico, un buen libro, unas risas y se sobrevive un día más. Esas son las cosas importantes que de verdad nos llenan, y no siempre las vemos en un post.
Los quiero y espero no haberlos arrastrado demasiado a mi espiral de depresión, no era la intención.
Por un año próximo más tolerable…
Por un año próximo que no se parezca en nada a este.






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